De Octavio Raziel
Pena de muerte
Me pregunta Ana si aún existe la pena de muerte.
Le contesto que sí.
- En qué casos se aplica. Repreguntó.
- El delito más grave es por traición a la patria. También por malversación, ataque con explosivos, tráfico de personas, poner en peligro la seguridad nacional, robo de combustibles, aceptar un soborno, evasión tributaria, fraude de tipo fiscal, espionaje y otros.
- ¿Y se aplica?
- ¡Claro!
- ¿De veras?
- En China, Irán, Arabia Saudita, Irak, Pakistán, Singapur, Egipto, Somalia y Estados Unidos, principalmente. Aquí nos quedaríamos casi sin habitantes. Los criminales son becados y mantenidos con nuestros impuestos una corta temporada en prisión ($230.00 diarios en alimentos cada uno) y se reciclan pronto en la sociedad para volver a delinquir.
Mientras, el papa Francisco ha señalado que “la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona” y se ha comprometido a la abolición de esta condena en todo el mundo. Con la pena, Santo Padre, yo no derramaría una lágrima por la ejecución de un violador o un secuestrador.
México ocupa el sexto lugar mundial por número de personas encarceladas: 260,000 delincuentes de todo tipo. Claro que los que detentan el poder, los de cuello blanco, nunca dormirán en una cama de piedra.
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